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DIPUTADO PIDE RESCATAR FUNCIÓN SOCIAL DE MERCADOS PÚBLICOS

DIPUTADO PIDE RESCATAR FUNCIÓN SOCIAL DE MERCADOS PÚBLICOS

21 de Enero de 2015

El Gobierno del Distrito Federal debe rescatar la función social de abasto alimentario de los mercados públicos, donde las clases populares surten sus despensas a precios accesibles hasta con un 67 por ciento por debajo de las cadenas comerciales, señaló el diputado Gabriel Godínez Jiménez.

Ejemplificó que el costo de la canasta básica que incluye frutas verduras y abarrotes tiene un costo en los mercados públicos de 345 pesos frente a 509 en tiendas de autoservicio.

Expresó que para brindar mayor apoyo a los mercados, de los que también depende el sustento de miles de familias de manera directa e indirecta, además de destinar más de 270 millones de pesos, el gobierno capitalino deberá considerar normas de regulación que de alguna manera contenga la voracidad de las trasnacionales.

Citó que mientras los mercados públicos tradicionales de la ciudad de México presentan serios descuidos, a los establecimientos de tiendas de autoservicio se les ofrecieron facilidades para operar, aspecto que ha generado la quiebra de cientos de centros de abasto y misceláneas familiares.

Comentó que entre otros aspectos los mercados han decaído también por las malas administraciones y actos de corrupción entre los involucrados, además que se les ha escatimado la ayuda financiera para renovar, reconstruir y mejorar los inmuebles que los albergan, muchos de ellos catalogados como monumentos históricos.

Mencionó que pese a que desde hace cuatro años se concedieron 458 permisos (vigentes) a las trasnacionales, éstas las han duplicado al abrir más de 925 sucursales con las mismas autorizaciones y que desde 1990 han crecido a un ritmo anual del nueve por ciento.

Explicó que los más de 80 mil locatarios de los mercados públicos, que se conocen a la fecha, jamás podrán competir con establecimientos que crecen exponencialmente y que cuentan con aire acondicionado, suelos de azulejo, horarios flexibles, cobro con tarjetas de crédito y ofertas engañosas.

En contrapartida, dijo, los mercados populares no se adaptaron a los cambios y las necesidades de las metrópolis ni superaron, en algunos casos, la corrupción de autoridades y locatarios para el manejo de los recursos dignados para algunas obras.

Explicó que debido a esos desfases las tiendas de autoservicio controlan alrededor del 70 por ciento de la venta de alimentos al menudeo, en tanto que los mercados tradicionales, tianguis y concentraciones controlan el 20 por ciento y el 10 restante corresponde a verdulerías, recauderías, tiendas de abarrotes y pequeños negociosos familiares.

Gabriel Godínez insistió en que se debe crear el Instituto de Abasto Popular de la Ciudad de México a la brevedad posible que sirva como garante de los consumidores y un mediador entre los comercios tradicionales y los modernos para que los segundos no cometan más abusos por su voracidad desmedida.

Subrayó que para regular el comercio alimentario de perecederos y abarrotes se debe actualizar el padrón comercial tanto de los tradicionales como de los de las cadenas de autoservicio de origen transnacional, a la brevedad posible.

En ese sentido describió que los negocios de conveniencia desarrollan estrategias comerciales para conquistar a la clientela de misceláneas y tienditas de abarrotes populares a través de su penetración en colonias, pueblos y barrios urbanos.

Sostuvo que las misceláneas son los negocios del desempleo por que quienes se quedan sin trabajo optan por abrir un negocio familiar, los que actualmente van a la quiebra por la competencia desleal contra las tiendas de conveniencia.

El diputado perredista sostuvo que las tiendas modernas no sólo generan repercusiones económicas negativas para los comercios tradicionales sino que trastocan aspectos sociales y culturales de la capital del país al modificar las formas de consumo regional hasta perder la identidad cultural.

Mencionó el caso del regateo para fijar un precio razonable y quizá hasta justo, forma parte de una tradición mercantil en nuestro país, que para muchos es incómodo, ha funciona para estirar el gasto familiar y en los supermercados no funciona porque el trato es frío y mecánico.

Indicó que cerca del 48 por ciento de los compradores intenta conseguir un mejor precio, trata de ajustar los precios a su realidad económica. Ello genera identidad entre el consumidor y el comerciante, se genera una compatibilidad que permite un trato más cálido y más humano que los centros comerciales nunca ofrecen.

Las ofertas en los supermercados tienen ese equivalente pero masivo, donde la trampa está en subir los precios en un porcentaje mayor para bajarlo mínimamente dejando la sensación de ahorro cuando en realidad fue un espejismo.

Después de sustentar su postura, Gabriel Godínez expresó la urgencia de generar una política de apoyo y fortalecimiento que proteja a los mercados tradicionales, sobre ruedas, concentraciones y tianguis, además de las romerías, misceláneas, tortillerías, panaderías, verdulerías, pollerías y carnicerías, entre otros.